lunes, 11 de noviembre de 2013

75 años del holocausto

Ya era de noche cuando Charlotte salió aquel 9 de noviembre de 1938, de la mano de su padre, a la calle en Múnich. Sería una noche que nunca olvidaría: vio tiendas destrozadas, sinagogas en llamas y personas de origen judío que eran detenidas. Lo que vio pasaría a la historia como la Noche de los Cristales Rotos. La pequeña de seis años y su padre también corrían peligro. Esa noche, habían salido para buscar refugio en uno de los suburbios de la ciudad. Hoy, cuando han pasado 75 años desde aquella noche, Charlotte Knobloch, que fue presidenta del Consejo Central de los Judíos en Alemania entre 2006 y 2010, sigue sin poder olvidar el horror vivido. Aquella noche marcó el inicio de los espantosos sucesos que siguen siendo inimaginables hasta el día de hoy. Fue el comienzo de la persecución de personas de origen judío en Alemania, una persecución que nadie detuvo a tiempo y derivó en el Holocausto, en la matanza sistemática de millones de personas. El disparador fue un atentado cometido el 7 de noviembre del 1938 en París: un joven judío de 17 años, Herschel Grynszpan, le disparó al diplomático alemán Ernst Vom Rath. Dos días después, al morir Vom Rath, en Alemania estallaron las agresiones contra personas judías. Según el historiador Armin Fuhrer, los médicos alemanes que viajaron a París para asistir al diplomático herido -entre ellos, el cirujano personal de Hitler, Karl Brandt- optaron por no brindar todas las ayudas necesarias al herido. Para el régimen nazi, su muerte "a manos de un judío" serviría como pretexto para lanzar una fuerte agresión contra la población judía en Alemania, tal como reclamaban las filas internas del nacional socialismo. "Los indicios sugieren que el régimen dejó morir al
diplomático. En los reportes médicos no se menciona que el herido tenía tuberculosis. Tal como se señala en un telegrama oficial de 1941, se evitó la mención de la enfermedad 'porque, si no, la relación causal entre el ataque y la muerte no hubiese estado clara'", comenta el historiador. El 9 de noviembre, dos días después del ataque, el diplomático murió. Ese mismo día la cúpula del partido nacional socialista se encontraba en la vieja alcaldía de Múnich. Adolf  Hitler y su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, estaban presentes. Conmemoraban el décimo quinto aniversario del intento de golpe perpetrado por Hitler. Los líderes no dieron una orden directa de lanzar ataques contra judíos, pero supieron cómo arengar a quienes estaban ávidos de agredir. "Los judíos deben sentir la ira del pueblo", apuntaría Goebbels luego en su diario, donde describió las órdenes que recibieron la policía y los líderes del partido que se encontraban reunidos.  Los nazis aseguraron que esa noche fue la población la que descargó su rabia por el atentado. Pero los historiadores aseguran que los ataques fueron perpetrados por tropas organizadas del partido nacional socialista y su milicia, la SA. Nadie salió en uniforme, todos actuaron de civil. Esa noche ardieron sinagogas en toda Alemania. Miles de judíos fueron humillados, detenidos y asesinados. Unas 30 000 personas fueron deportadas luego a campos de concentración. Se destrozaron vidrieras, se saquearon tiendas. "Los ataques también hubiesen tenido lugar sin el atentado en París", subraya el historiador Frank Bajohr, del Centro de Estudios sobre el Holocausto de Múnich. 
Recordemos que en el marco de la II Guerra Mundial, el régimen de Hitler asesinó a sangre fría a un total de  entre 5.600.000 a 6.100.000 de judíos. En régimen nazi alemán murieron alrededor de 20 millones de personas inocentes víctimas del genocidio nazi.