Esta enfermedad hace que la persona afectada tenga mayor capacidad de concentración que el resto de personas y que su coeficiente intelectual sea mayor al de la mayoría.
Las personas que no son autistas (neurotípicas) poseen un sofisticado sentido de reconocimiento de los estados emocionales ajenos (empatía). La mayoría es capaz de asociar información acerca de los estados cognitivos y emocionales de otros basándose en pistas otorgadas por el entorno y el lenguaje corporal de la otra persona. Las personas con síndrome de Asperger (SA) no poseen esta habilidad, es decir, no son empáticas; se puede decir que tienen una especie de «ceguera emocional». Para las personas más severamente afectadas puede resultar imposible incluso reconocer el significado de una sonrisa o, en el peor de los casos, simplemente no reconocer ningún otro gesto facial, corporal o cualquier otro matiz de comunicación no verbal.
Se dice que algunos de los mayores intelectuales de la historia padecían levemente este síndrome, como son Albert Einstein o Isaac Newton.
Lo explicamos con ejemplos en el siguiente video