domingo, 25 de agosto de 2013
Comerciales suicidas
“Miércoles 13 de Septiembre de 1923. Washington D.C. W.H. Murphy, de la empresa neoyorquina Protective Garnment Corporation, se mantiene en píe en los terrenos de la comisaría principal a menos de diez pies del ayudante de sheriff Charles W. Smith, del departamento del condado de Frederick, dejando que el oficial dispare un revólver del calibre .38 directamente a su pecho. Cuando la bala golpeó, Murphy ni siquiera pestañeó. Los inventores del chaleco antibalas, que pesa cerca de cinco kilos, lo han introducido en el mercado para la protección de la policía y de otros agentes en casos de emergencia. La bala que este miércoles disparó al chaleco el ayudante de sheriff Smith le fue presentada como regalo”.
Resulta dificil creer que el valiente comercial Murphy no pestañease en el momento del impacto, dado que este debió de ser brutal y por si fuera poco, como si se ve en la imagen, un segundo agente espera su turno revolver en mano para comprobar la excelencia del blindaje.Esta curiosa imagen pone de manifiesto como nunca esa máxima que dice que los representantes deben “creer en el producto” para poder venderlo eficazmente.
De hecho, no todos los casos acabaron tan felizmente como el de la imagen, pues en ese mismo año(1923) hay registrada una demanda realizada por el comercial Piermont Potter contra dos compañias fabricantes de estos chalecos(United States Armor y Bulletprof), tras una exhibición similar cuando una bala lo atravesó por completo, necesitando multiples intervenciones quirúrgicas.
Estas peligrosas prácticas fueron desapareciendo con los años, al tiempo que se comprobaban los traumas físicos (blunt trauma) que de por sí causaba el simple impacto de una bala en el chaleco. Sin embargo, un paseo por el eficaz Google nos devuelve casos recientes, como el de un comercial que en los años 90 respondió “sí” al ser interrogado por el integrante de una unidad SWAT acerca de la capacidad del chaleco que le estaba siendo presentado para detener golpes de cuchillo. Para demostrar algo que realmente desconocía en absoluto, el comercial invitó al policía a clavarle un cuchillo con el chaleco puesto, cosa que el segundo hizo, causándole la muerte. Ese luctuoso hecho nos lleva a otra máxima del mundo comercial “no otorgues al producto características que no tiene, o el cliente pronto descubrirá que le has mentido”.
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